Emily Dickinson

Después de “ El libro de los árboles “ y “ Un libro para Jana “ el bibliófilo catalán Joanpere Massana continua la ampliación de su obra completa presentándonos otro volumen en forma de exposición : “ El libro del agua “.El título es obviamente una invitación a una aproximación hermenéutica. Massana nos ofrece un libro no para pasar las hojas, sino para que el lector entre en sus páginas a la búsqueda del código que sirva para descifrar un alfabeto cautivador e insólito, en que el sistema racional de letras y nombres está descontextualizado, a la espera que alguien lo reordene y enlace los diferentes elementos entre ellos, descubriendo, por este camino, un significado donde prevalece lo emotivo.

El libro consiste, naturalmente, también en los trabajos sobre el soporte del papel, en la filosofía de vida de Massana, según la cual toda la vida es un libro para el estudio, que le lleva no solamente a la utilización de materiales muy diversos aplicados sobre soportes pictóricos, dándole así tridimensionalidad, sino también a esculturas de diversas dimensiones que componen instalaciones espaciales en un libro que nos absorbe como visitantes de esta muestra. Con una concordancia con el título: “”El libro del agua “, que sugiere formas efímeras y fugaces, esta vez Massana se sirve del arte unido al concepto del tiempo, integrando el video en sus composiciones.

La cuarta dimensión, el tiempo, tiene un rol importante en “El libro del agua “donde son innumerables las referencias al fluir del agua y por tanto del tiempo: pisadas de personas que han pasado o piedras desgatas por el fluir de los ríos. Forma parte del índice del tiempo la recurrente figura de la casa, construida con fragmentos de cerámica, dibujada con una estructura de ramas que recuerdan el corazón y sus vasos sanguíneos de una parte y, por otra, recortada en el papel, reducida a una simple silueta, borrada pero todavía presente. Reducida menos en su substancia y en su valor emotivo, la ausencia – presencia de la casa parece simbolizar la pérdida de pertenecer a un sitio, el estado del vagabundo sin residencia fija, la precariedad del viajero.

El libro del agua representa, de hecho, un viaje por los ríos y a mar abierto. Está dedicado a la unión entre la patria del artista y el lugar de la exposición mediante la realidad cultural del Mediterráneo que une a Cataluña con la ciudad de Nápoles. Las obras tienen rasgos de este viaje del artista: de una manera muy concreta confrontando los guijarros del río catalán, el Segre,  con las piedras volcánicas del Vesubio, pero también a nivel de contenidos, citando las formas comunes de la cultura mediterránea.

Los lazos que Massana estrecha entre Cataluña y la Campania van más allá de un viaje imaginario a través de las características locales y los símbolos afectivos (del corazón, de las siluetas femeninas, de las ánforas y los peces). El artista crea un complejo sistema de referencias histórico-culturales que nos unen al pasado con una visión contemporánea hecha a base de sobre posiciones de distintos medios (la pintura, la escultura, la instalación y el video). Massana no esconde su patrimonio cultural y su deuda con su compatriota, el gran artista catalán Antoni Tàpies. La pintura matérica de Massana, a pesar de los elementos figurativos citados anteriormente, articula gestos y signos generosos que van más allá de un abstractismo emotivo claramente derivado de la tradición del Informel.  Por otra parte, el lado narrativo del trabajo de Massana lo une a la Transavanguardia originaria de la Campania (1) que desarrolla un imaginario entre el mito y la fantasía, muchas veces haciendo referencia a intereses primarios, como el espacio, el tiempo y la  historia.

Pero Massana va más allá: crea una instalación en que hace entrar al espectador explicándole no solamente la historia de un viaje en el espacio y el tiempo y evidenciando una unión profunda constituida por el patrimonio común del mediterráneo – defiende aquello que permanece constante en el fluir continuo de los tiempos.

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(1)Ver a Aquille Bonito Oliva a Artista Italiani Contemporanei, Electa, Milano 1983:

“La transvanguardia ha respondido en términos contextuales a la catástrofe generalizada de la historia y de la cultura, abriéndose hacia una posición de superación del puro materialismo de técnicas y nuevos materiales y aproximándose a la recuperación de la “in actualidad” de la pintura, entendida como la capacidad de devolver al proceso creativo el carácter de un intenso erotismo, el grueso de una imagen que no se priva del placer de la representación y de la narración “.